Relicario de la Santísima y Vera Cruz |
Nuestro Hermano Mayor ha recibido como regalo particular de su amigo el sacerdote romano Ettore Dragani una reliquia certificada del Santísimo Lignun Crucis, o reliquia de la Santísima y Vera Cruz.
La reliquia son dos pequeñísimas astillas pertenecientes a la Santa Cruz donde fue crucificado Nuestro Señor y que se venera en la ciudad de Roma.
Otros lugares donde se venera el Santo Lignum Crucis es en Jerusalen, Santo Toribio de Liébana o en Caravaca de la Cruz, ambas ciudades en España.
Esta reliquia, en la que mostramos el relicario en forma de Cruz que se venerará en la Capilla de Nuestra Señora de Gracia, procesionará el próximo Lunes Santo entre los pasos de Nuestra Señora de la Consolación y del Santísimo Cristo de la Salud y Misericordia.
Podemos estar muy orgullosos ya que somos de los pocos municipios de Murcia que podemos contar con tan valiosa reliquia en nuestra procesión.
Cuenta el historiador Eusebio de Cesarea que el general Constantino, hijo de Santa Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, el año 311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: "Con este signo vencerás", y que al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y que exclamó: "Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena". Y la victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad para los cristianos, que por tres siglos venían siendo muy perseguidos por los gobernantes paganos.
Escritores sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, San Cristótomo y San Ambrosio, cuentan que Santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo Constantino para ir a buscar en Jerusalén la cruz en la cual murió Nuestro Señor. Y que después de muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Y como no sabían cómo distinguir la cruz de Jesús de las otras dos, llevaron una mujer agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes. Pero al tocarla con la tercera cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud. Y entonces Santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos llevaron la cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Y que por el camino se encontraron con una mujer viuda que llevaba a su hijo muerto a enterrar y que acercaron la Santa Cruz al muerto y éste resucitó.
Por muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchísimos sitios del mundo entero, la fiesta de la Invención o hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de Mayo.
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